Cuando aquel amor
que nació ciego
se fue de un portazo
tan lúcido,
ella murió de hambre
y aun así bebía.
La encontrarás cada viernes
sujeta a la barra
como un naufrago
a un resto
de madera.
Y siempre cerca
náufragos
de otros naufragios,
ahogándose
en tragos
de remordimiento
y miedo
"Comparte conmigo una copa,
que nadie me espera en casa,
y cárgala bien
de ginebra
y huída".
"Cuando el último bar nos cierre
te invito a dormir
conmigo".
"Aunque quiera,
dudo que pueda
esta noche
amarte".
"No importa,
túmbate cerca
pasa tu brazo por mi cintura
e imagina
que así fue
siempre".
El miedo conquistó su mueca
de un golpe que no esperaba.
Hace años era hermosa,
o eso cuentan
por el barrio.
Alguna noche se acerca,
"¿Como va todo chaval?
dime,
¿tu crees que aun soy guapa?
me he quedado sin un duro,
anda,
invita a un cubata".
A mediodía la he visto,
el paso lento
la frente alta,
sus ojos enfermos
de ojeras y humo
me han mirado
y no me han visto.
Los gatos pardos de noche
no existimos
por el día.
Fueron a dormir,
juntos,
cuando cerró el ultimo antro
No se amaron.
Ni se cruzaron promesas.
Sólo una cadera
y un brazo
sujetos
como naufragos
a su trozo
de madera.