Cuando soy mi peor enemigo,
sólo una inmensa herida,
busco el olvido del séptimo cubata,
y como una sombra,
suicida,
espero
la aceptación
de mujeres destruidas,
decadentes
hermosas
como la ruina de una iglesia hueca.
Cuando soy mi peor enemigo
te alejo,
me clavo navajas
e incendio veranos.
Arraso la calma
que tanto he buscado
con pequeñas muertes
de las que resucito,
cuando llegas
del trabajo.
Cuando soy mi peor enemigo,
apago las luces
y enciendo recuerdos,
mas cigarros de la cuenta,
Espejos cóncavos
y Valle Inclán,
satisfecho,
con su nuevo libro
estampa su jodida firma.