Soy vértigo


Vertigo, vertigo, vertigo...

Es una sensación que me acompaña a menudo. Ismael Serrano tiene una hermosa canción sobre el asunto ("...y la ronquera y los traicioneros nervios, que me asaltan antes de cada concierto. Vertigo a que el mundo pare, que corto se me hace el viaje...").
La vida provoca vértigo. Su mañana imposible de predecir, ver como el pasado va llenando su maleta de años. Y el presente, tantas vece de encefalograma plano, a menudo a la espera de que algo suceda, a la espera de que alguien nos rescate del tedio. A la espera, a la espera, a la espera...
Joder, sólo se vive una vez y jamás serás tan joven como en este preciso instante. No es una mala filosofía para superar esos momentos en los que nuestros días parecen sacados de una película en blanco y negro. Pero, volviendo al vértigo, creo vivimos una época enferma de vértigo, que realmente limita a muchos y no les permite dar lo mejor de si mismos. Miedo al miedo, sin duda el peor de todos los miedos.
A que me abandones, a perder mi mierda de trabajo, a que los cigarrillos acaben conmigo, a sonreir demasiado, a mi sombra, a tus pasos, a lo que digan, a lo que piensen, a la lluvía, a la calma noche y su silencio, a la diferencia, a ser libre y decidir... Tantos miedos, tanto vértigo inútil, sin ninguna razón de ser...
Desvelar mis fantasmas, mis deseos, vivencias y recuerdos ante vosotros con una guitarra es uno de mis particulares vértigos. La próxima vez que nos encontremos, a pesar de la altura, prometo lanzarme al vacio.